¡Bienvenida al mundo, Abi y a la grandiosa madre que la parió!
Hoy quiero compartir con ustedes la historia de una familia que tuve el privilegio de acompañar en el nacimiento de su tercera hija. Una tarde recibimos un mensaje por Instagram solicitando una cita. Se tardaron en responder y luego se tardaron en encontrar el momento para poder venir a su consulta. Tienen dos hijitas mayores y eso hace más complicada la agenda. Además de tener una pareja con mucho trabajo. Pero cuando por fin llegaron, parecía que habían encontrado lo que llevaban un tiempo buscando.
La madre, una mujer muy inteligente, directa y hermosa, se notó desde el primer momento como ella sintió que ese era su lugar y su compañero sintió alivio de que por fin parecía que tenían un plan para el nacimiento de su tercera hija. Habían tenido dos partos completamente diferentes a los que ella quería y parecía que este parto era una especie de «ahora si por fin lo tendré». Una mujer muy abierta a hablar de todo, la vida, la muerte, la sociedad, los viajes, los procesos vitales. Una mujer de gran recorrido y conocimientos.
El tiempo avanzaba y parecía que ella lo tenía todo bajo control y a la vez le costaba hacer los mínimos requeridos para su autocuidado. Entre cuidado de niñas, casa, idioma extranjero, parecía que todo era difícil. Pero lo estaba logrando.
Cuando llegamos por primera vez a su casa, nos recibió con gran alegría. Sentirse el centro de atención y a la vez complacernos y decorar con flores, hacía que su día fuera mágico junto a sus amigas.
Hasta que nos llamaron con contracciones. No lograba desconectarse. Tenía un evento de las hijas mayores que resolver y todo esto hacía que todo tomara más tiempo del que ella esperaba. Sin embargo, era evidente que iba a suceder y que nada haría que se detuviera.
Estaba ella en la tina en el agua en su habitación como había soñado. Navegando entre contracciones rodeada de su tibu; su amiga/doula y sus parteras. De repente, una lágrima en su mejilla y su cara de sorpresa. Para ella, aun parecía que la escena merecía una explicación y dijo «no se por qué estoy llorando, solo me emocioné»…. para mí, su partera… sabía que la bebé estaba cerca. Preparamos todo porque habían muchas señales de que sería pronto.
En unas contracciones más, se escuchó el grito de la vida; y si, ya venía Abi. Llamamos rápidamente a papá para que entrara al agua y justo llegó a atraparla lleno de emoción. El descubrió que era una nenita más, ya que lo habían reservado como sorpresa. A Faith le tomó un momento estar de vuelta de su viaje y abrazar a su pequeña bebé, pero lo hizo de maravilla.
Entre hermanas mayores, empezó a transcurrir el puerperio.
Para mí, presenciar estos momentos, me llena de energía vital y me confirma que nací para hacer lo que hago.
Gracias familia por elegirnos para darle la bienvenida a su bebé al otro lado de la piel.
El nacimiento de Abi fue un momento mágico, lleno de amor y complicidad. Ver a esta familia unida y compartiendo ese instante tan especial fue realmente conmovedor. Me siento agradecida por haber sido parte de este hermoso acontecimiento y por haber podido presenciar la llegada al mundo de Abi.
Desde mi experiencia como partera, puedo decirles que cada nacimiento es único y especial. Cada bebé trae consigo una energía única y un amor inmenso. El proceso del parto es un momento sagrado en el que la madre se conecta con su instinto más primitivo y poderoso, dando a luz a una nueva vida.